Cómo Trabajo

Siempre realizo una entrevista de admisión, donde intento escuchar el padecer de la persona que viene a buscar ayuda. Doy lugar a la palabra y me sumerjo en la escucha. Intento observar aquello que se reitera en el relato, así como lo no dicho, lo que parece aprisionado.

Indago si realizó otros tratamientos y cómo se sintió con ellos. Creo que es muy importante que la persona se sienta contenida. A partir del primer encuentro, elaboro una devolución y armamos juntos un plan los tres próximos meses, con un encuadre que me permita después evaluar el trabajo y pensar cómo seguir.

Es importante utilizar distintas herramientas de acuerdo con las características del paciente. A veces incorporo ejercicios de escritura, visualizaciones creativas, escenificaciones y otras técnicas que colaboren en la simbolización y significado particular para esa persona.

En el tratamiento el eje fundamental es la transferencia que la persona repite en el consultorio con el analista, es decir, lo que reclama del otro en el lugar simbólico de acuerdo a situaciones de su historia pasada, las cuales en vez de repetirse se pueden significar de otra manera.
Lo que le puede suceder al terapeuta es la contratransferencia: ideas y sentimientos que el analista proyecta de manera inconsciente sobre los pacientes a partir de sus experiencias pasadas propias, situaciones que son escenas de la vida del terapeuta que han quedado congeladas en su historia y no las ha elaborado, por eso no las puede escuchar. Es es muy importante que un analista supervise su trabajo, ya que muchas veces aparecen prejuicios, creencias y teorías fijas, que entorpecen el trabajo con su paciente y no puede escucharlo ni ayudarlo.

Muchos pacientes que recibo llegan a mi después de esta situación, habiendo sido incluso expulsados de instituciones que trabajan en la temática alimentaria. Muchos no han sido realmente escuchados, porque han sido institucionalizados en un sistema de trabajo homogeneizante. Afortunadamente, al comenzar una terapia nueva, mejoran.

Por último, es importantísimo evaluar los tratamientos y no dejarlos ad infinitum en el tiempo, esto requiere de un compromiso y una integridad profesional, ya que muchos pacientes comienzan sin demanda de tratamiento y luego hacen un vínculo de muchísima dependencia. Cada paciente es único, así que hay que atender cada situación. La ética de un profesional es lo que hace a la diferencia en un tratamiento.

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